Hace mucho tiempo que sabemos que una forma inmejorable de aprender es hacerlo jugando. En realidad, hablar de juguetes educativos es en cierta medida redundante, porque cualquier juguete ayuda al niño a ampliar su conocimiento del mundo que le rodea. Los juguetes son, en realidad, un medio de conocimiento que facilita el aprendizaje y el desarrollo infantil, mientras los niños obtienen diversión y placer.
Ahora bien, aunque cualquier juguete pueda cumplir en el sentido amplio esa misión educativa del menor, es cierto que cuando hablamos de juguetes educativos pensamos en una categoría específica de juguetes. Son aquellos que están pensados y diseñados para acompañar el desarrollo específico de una habilidad, destreza o área de conocimiento que son necesarios en la vida.
En general, un juguete educativo se reconoce porque cumple estas características:
- Son un estímulo para poner a prueba las habilidades del niño o niña.
- Contribuyen al desarrollo de la autonomía y la autoconfianza.
- Sirve para motivar a los niños y niñas a adquirir o profundizar en habilidades o temas que desconocían o que no dominaban.
- Son capaces de propiciar momentos de concentración prolongados.
- Contribuyen al desarrollo de sus habilidades físicas, psíquicas, cognitivas, emocionales y sociales, siempre de forma divertida y estimulante.
Juguetes educativos para cada fase del desarrollo
En este sentido, se trata de materiales que complementan el acto lúdico, volviéndolo más rico para fomentar las habilidades y destrezas que el niño suele adquirir en una etapa de su desarrollo. Por eso, a la hora de categorizar un juguete como didáctico, hemos de partir de la edad del niño y la fase de desarrollo en la que se encuentra: un determinado juguete puede ser didáctico a una determinada edad o fase de desarrollo, y no significar nada antes o después de esa fase.
De aquí nuestro consejo: si quieres que tu hijo o hija se desarrollen, se estimulen y aprendan con un juguete, asegúrate de que es el apropiado para el momento en el que están. De lo contrario, lo arrumbarán en un cajón o, en el peor de los casos, le cogerán manía. El motivo es evidente: le hemos entregado un juguete para el que no tiene motivación, simplemente porque no está en la fase oportuna.
Por eso, a la hora de buscar un juguete didáctico tenemos que hacer previamente el ejercicio de reconocer en sus juegos cuál es la necesidad que está predominando en la fase de desarrollo en la que se encuentra. De esta forma, podremos ofrecerle los juguetes y las actividades que van a satisfacer esa necesidad.
Cuando descubramos cuál es esa necesidad, hallaremos también cuál es su motivación, y esto nos puede servir para introducirnos en aprendizajes más complejos, siempre usando la palanca del juego y el juguete para la adquisición del aprendizaje.
Esto nos obliga a pensar en juguetes diferentes para cada momento. En circunstancias normales, cada edad suele ir acompañada de un tipo de desarrollo, pero no conviene aplicar estas fases de manera rígida. Fíjate en las indicaciones de los juguetes, que te guiarán para saber si es adecuado para la edad del niño o niña, pero no pienses que es una fórmula matemática inexorable. Y recuerda: como decíamos al principio, se trata de aplicar la máxima de que lo más sencillo y divertido es aprender jugando. Si el niño encuentra motivación, es señal de que está aprendiendo.