El cuento de la Varita Mágica

cuento de hadas varita magica
4.5
(28)

Las varitas mágicas forman parte del universo de imaginación de los niños. Con ellas se pueden conseguir cosas que de otro modo son inalcanzables. Hadas, magos y brujas utilizan sus varitas mágicas en cuentos de fantasía de los que los niños quieren ser protagonistas.

Y como no existen las varitas sin los cuentos, os traemos un precioso cuento para enseñar a los niños a compartir. Por supuesto, la protagonista es una varita mágica

La varita gastada

 

Iba una vez un niño por el bosque buscando fruta, y tanto buscó y buscó que llegó la noche y se perdió. Estuvo dando vueltas durante mucho tiempo, hasta que a lo lejos escuchó un gran alboroto. Se acercó y descubrió que el ruido procedía de una pequeña casita donde brillaba una luz, y pensó en pasar la noche con aquella gente.

Llamó varias veces, pero como nadie abría la puerta y seguía habiendo un ruido enorme, decidió entrar. Al instante, se hizo un gran silencio, y se encontró con miles de ojos que le miraban asustados: vasos, espejos, cuadros, sillas… ¡todo en aquella casa estaba vivo! ¡y le miraba!

– Buenas noches – dijo el niño.
Y de nuevo comenzó un alboroto enorme de respuestas y alegria:
– Uff, qué miedo – oyó que decían algunos
– Bah, es sólo un chiquillo- escuchó a sus espaldas. Y el molesto ruido de voces siguió por un buen rato….

– ¡¡¡Silencio!!! – gritó harto de tanto ruido el niño – ¿dónde estoy?
Y nuevamente respondieron todos a la vez.

– ¡¡ Callaos, por favor!! – suplicó. – Tú, la mesa, por favor, contesta, ¿quién manda aquí? ¿y por qué estáis todos vivos?
– Aquí mandaba esa varita mágica que está junto a tus pies, pero ya no le queda nada de magia, la repartió entre todos.

Efectivamente, una pequeña varita a sus pies era el único objeto que no parecía estar vivo. Comprendiendo que aquel era el origen de tal desorden, pensó en tratar de arreglarlo.

– ¿Y no os da vergüenza ser tan egoístas? ¿por qué no le devolvéis un poquito de su magia?

Un pequeño murmullo egoista empezaba a llenar la habitación, cuando el viejo espejo susurró, “vale, de acuerdo”, y haciendo una gota dorada con uno de sus ojos, la dejó caer sobre la varita, que comenzó a toser un poco.

– ¡Está viva! – se alegró un libro. Y también le dio su gotita dorada de magia.

Y así, todos fueron cediendo parte de su magia a la varita, que recuperó un aspecto brillante y divertido, adornado con cientos de colores. Y llena de alegría fue a posarse en la mano del niño, que al momento se cubrió con una nube de estrellas para aparecer vestido de mago. Y así fue como aquel niño se convirtió en el mago del bosque, y con alegría y sabiduría siguió animando a todos a compartir lo que tenían.

Fuentes: The toy maker; Cuentos para dormir

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