El papel del padre en la crianza de los hijos es vital. Involucrar a nuestra pareja en todo el proceso, desde el momento del embarazo es de gran importancia. La maternidad es una experiencia maravillosa de la que las madres tenemos el enorme privilegio de ser las principales protagonistas. Nosotras somos las que llevamos dentro de nuestro propio organismo al nuevo ser durante 9 mágicos meses, en los que se establecerá un vínculo único con el bebé durante el embarazo. Nosotras somos las que daremos a luz a un hermoso bebé al que alimentaremos con la leche producida en nuestro propio cuerpo. Desde el momento en que engendramos a nuestro hijo, millones de conexiones y lazos invisibles se irán tejiendo desde el útero y durante toda la vida que sembrarán las semillas de una relación incomparable.
Si decidimos emprender la aventura de la maternidad en pareja, la persona a la que elijamos para compartir este milagro puede correr el riesgo de sentirse excluido de este vínculo tan especial que se crea y asienta durante el embarazo y los primeros años de vida.
La conexión intrauterina durante nueve meses y el posterior amamantamiento, favorecen de forma natural los vínculos entre madre e hijo. Pero aunque la relación madre y bebé es particularmente intensa durante los primeros meses, el padre o nuestra pareja también puede desarrollar un intenso apego con sus bebés de una manera distinta a la madre pero igualmente importante. Esto favorecerá que nuestra pareja no se sienta excluida y paulatinamente se vaya quedando al margen incapaz de competir con el fortísimo vínculo materno.
Compartir el embarazo
Es imposible poder describir con palabras el torbellino de sensaciones que puede asaltar el cuerpo y la mente de una mujer embarazada. Compartir nuestro mundo interior con nuestra pareja, hacerla partícipe de nuestros temores y sensaciones, lograrán acercarla al intenso momento que estamos viviendo. Nuestra pareja puede haber engendrado el bebé que llevamos dentro, o tal vez no, y simplemente sea la persona con la que hemos decidido hacer realidad este sueño. De cualquier manera, desde el instante en el que sabemos que estamos embarazadas, esta persona a la que amamos puede (y debe) ser partícipe de todo lo que nos pasa.
Recientes estudios sobre la vida del bebé antes de nacer, nos muestran la importancia de la vida intrauterina en el posterior desarrollo de nuestro hijo. Todas las sensaciones y sentimientos de la madre, atravesarán la placenta hasta el pequeño embrión haciéndolos suyos. Nuestra pareja puede comenzar a establecer un vínculo con su hijo desde el principio, transmitiéndole al bebé todo su amor y ayudando a que se sienta bien y seguro. Una función importantísima que tiene la pareja durante el embarazo es ayudar a que la madre se sienta confiada y segura.
Hablar o cantar a la barriga de la mamá, compartir una música agradable, un delicioso baño o hacerle un agradable masaje, pueden ser hermosas oportunidades para comunicarle al bebé todo nuestro amor y cariño. Estudios prenatales han demostrado que si el bebé oye la voz de su cuidador desde dentro del vientre materno, esa misma voz puede ayudarle a tranquilizarse una vez haya nacido. ¡Nuestra pareja puede empezar a comunicarse de muchas maneras con su hijo mucho antes de que haya nacido! (no me refiero a comunicarse hablando, sino en general, incluso dándole un masaje a la madre)
Compartir los primeros cuidados
Durante los primeros días de vida de nuestro bebé, si decidimos darle de mamar, se fortalecerán los vínculos creados con la madre. El momento del amamantamiento proporciona un contacto muy íntimo que calma al bebé cuando se siente estresado. Puede suceder que al principio a la madre le resulte más fácil lograr calmar a un bebé que llora, simplemente por el reconocimiento de su olor, la magia obrada por el pecho o el instinto. Es importante que ambos miembros de la pareja puedan compartir la tarea de calmar al bebé, esto evitará que la madre se sienta sobrepasada por las demandas del bebé y ayudará a establecer el vínculo entre el padre y el bebé.
Aunque nuestro compañero carezca de las naturales ventajas de la madre, es importante que aprenda a desarrollar sus propias habilidades que le sirvan para crear un vínculo especial con el bebé. Estar presente, compartir los momentos del amamantamiento de cerca, el contacto físico y la confianza que depositemos en ellos, logrará que con el tiempo sean capaces de calmar al bebé tan bien como la propia madre.
Nuestra pareja también puede usar las herramientas para desarrollar el apego que hemos mencionado en el post sobre la crianza centrada en el apego: puede favorecer el vínculo de apego desde el nacimiento, sostenerlo en brazos, calmarlo cuando necesite ser calmado, etc. En realidad, lo único que no puede hacer es amamantar. Dando una respuesta sensible a las comunicaciones de su bebé, puede ir construyendo una relación de apego fuerte con su bebé.
Los permisos de paternidad de sólo 15 días, no ayudan precisamente a que nuestros compañeros se puedan implicar de manera profunda. Buena parte del tiempo del permiso, lo tienen que dedicar a papeleos tediosos que la mamá que acaba de dar a luz muchas veces no puede hacer porque se encuentra en reposo. Es bueno contar con una buena red de apoyos que nos ayuden con estas cosas y otras como las compras, para que los nuevos papás puedan aprovechar el máximo de su tiempo para estar con el bebé. Es importante también reivindicar permisos de maternidad y paternidad más humanos, que tengan en cuenta las necesidades realistas de la pareja y del bebé y no sólo los intereses de las empresas.
Las ventajas de ser dos
Las ventajas de la participación del padre en los cuidados son innumerables para todos. La madre contará con una fuente de apoyo insustituible y se fortalecerá la relación entre la pareja, el bebé tendrá otro maravilloso cuidador que le ayudará a conocer el mundo desde la seguridad de sus brazos y nuestro compañero podrá tener la oportunidad de vivir la paternidad con el merecido protagonismo que tiene en esta aventura.
Más información en Crecer Sano y Feliz.
Imagen: fruity monkey