Recientemente una madre me comentaba por casualidad lo que estaba viviendo con su hijo de dos años. El niño tenía por costumbre dar manotazos a otros niños en el parque, lo que a ella le generaba muchísima angustia. Buscaba en internet soluciones, sentía que había probado de todo y comprendía también que como ella se ponía muy nerviosa, retroalimentaba al niño que se ponía también más inquieto y acababa llevándose al niño del parque.
La verdad es que en la crianza las familias pasan por momentos en los que te preocupas, buscas soluciones y piensas si hay algo que estás haciendo de forma incorrecta. Como este es un tema que suele preocupar a los padres, ¿qué os parece fijarnos un poquito en cuáles pueden ser las causas y en qué podemos hacer?.
1) Lo primero que me gustaría comentar es que cuando un niño, a determinadas edades, para conseguir un juguete, “pega” a otro niño precisamente es porque todavía no tiene las habilidades lingüísticas necesarias para resolverlo. En la época del “mío”, en torno a los dos años, los niños con su egocentrismo no son capaces de ver la otra postura, al “otro” con sus circunstancias y, muchas veces, la forma más a mano es agarrándolo como pueden. ¿Qué podemos hacer los padres? Ayudarles a que puedan ir poniendo nombre y palabras a sus deseos. Dile, dejámelo por favor… Así le haces daño. Muchos padres tienen la sensación de que por más que lo digan no hay ningún efecto. Tranquilos, es una época que pasa y de repente, un día, comienzan a hacerlo de otra forma.
2) A veces caemos en la tentación de ser bruscos en la manera en la que intentamos controlar su comportamiento. Y algunos padres, con los nervios, dan manotazos. Mirad, es muy importante ser modelo de conducta para los hijos en las habilidades sociales. Si tu llegas al parque, das los buenos días, te relacionas con otras personas… Eso va haciendo que poco a poco los niños vayan interiorizando un modelo de relación. Por ello, es totalmente contraproducente, que intentemos evitar un comportamiento como pegar con otro similar (además evidentemente de las razones obvias de las consecuencias emocionales negativas asociadas). Así que es importante mantener un mensaje claro, directo de que NO es la manera de relacionarse, pero que le mostremos lo que SI esperamos de él. Veo que te gusta mucho ese juguete, ¿qué te parece pedírselo al niño a ver si te lo deja?, dile, ¿podemos jugar juntos?, si sigues tan enfadado los niños no van a poder jugar contigo.
3) En muchas ocasiones la vergüenza que generan estos comportamientos en los padres hacen que no se pueda mostrar la empatía necesaria con los hijos. Observa e intenta comprenderlos y olvídate en la medida de lo posible de lo que pensarán los demás. Sé que a nadie le gusta esta situación, pero sólo desde la conexión emocional podremos ayudar a nuestros hijos. ¿Qué nos están pidiendo? ¿Buscan más atención por nuestra parte? ¿No sabe hacerlo de otra manera? Intenta ver si hay pautas repetidas, siempre es con el mismo niño o por los juguetes, o bien cuando te acercas a otro niño… Fíjate y abstráete de las opiniones de los demás. Y si estás muy nerviosa, prueba a jugar con él.
4) ¿Y si es a mi hijo al que pegan? Lo primero siempre es parar este tipo de situaciones y ofrecer un modelo para los hijos de defensa, dile no me pegues, que me haces daño. Intentando que resuelvan por turnos lo que les ocurre. Y evidentemente no permitas que siga ocurriendo.
5) Y algo que siempre proponemos a las familias. En los casos en que ocurre de forma reiterada, el niño va creciendo y no pasa, en el cole te lo comunican… Miraos dentro y pensad, ¿tenemos alguna tensión en casa que hace que el niño lo traslade fuera? Haced una reflexión cuidadosa sobre vuestra relación de pareja, si acaba de tener un hermanito y no encuentra su espacio o bien existen otras tensiones.
Pero sobre todo, paciencia, muchos abrazos y cariño. Dale aquello que más necesita y que le ofrecerá comprensión y un modelo de relación positivo. Y ya veréis como la madurez le va enriqueciendo con habilidades para resolver de otras maneras.