Muchos de nosotros hemos crecido fascinados con los cuentos infantiles que nuestras mamás o papás nos contaban por las noches acurrucados bajo las mantas. Esos cuentos en los que los niños vencían a los gigantes y a las brujas malvadas utilizando su ingenio, que nos transportaban a otros mundos y nos dejaban la agradable sensación de compartir un poco al final la victoria del héroe. Un héroe o heroína, que no era más que un niño como nosotros, con el que podíamos identificarnos fácilmente y hacer nuestras sus hazañas…
Cada vez son más los detractores de los cuentos de hadas clásicos, porque alegan que son demasiado violentos y agresivos y animan a los niños a vivir en mundos de fantasía que no les serán nada útiles en la vida real. Pero lo cierto, es que los cuentos de hadas han sobrevivido durante generaciones, desde sus inicios en la tradición oral, y siguen resultando atractivos a los niños de ahora igual que lo hicieron hace cien años.
Cuentos de hadas ¿a qué se debe su atractivo?
Todos hemos experimentado o visto en algún niño esa inequívoca fascinación al escuchar un cuento de hadas. Pero, ¿Cuál es su secreto? Para empezar, los cuentos de hadas hacen referencia a problemas humanos universales, o podríamos decir a problemas que preocupan a especialmente a los niños de manera universal. No se refieren a las condiciones específicas de la vida moderna, sino a los problemas internos con los que los niños se debaten a diario. Tratan de las angustias existenciales como la necesidad de ser querido, el miedo a que nos consideren despreciables, el amor a la vida y el miedo a la muerte. Y lo hacen ofreciendo soluciones que los niños pueden comprender con facilidad.
La historias modernas para niños parecen evitar los problemas existenciales, son historias “seguras” que no mencionan ni la muerte, ni la maldad, ni el envejecimiento. Las que son estrictamente realistas, directamente van en contra de las experiencias internas del niño y no permiten que extraiga ningún significado personal que trascienda su contenido más evidente.
¿Por qué los niños se obsesionan con un cuento de hadas?
Es muy habitual que durante una temporada un niño parezca obsesionarse con un cuento y nos pida que se lo leamos una y otra vez de forma repetitiva hasta que de repente un día se termina el encantamiento y el cuento es olvidado. Ese cuento en particular estará haciendo referencia a un problema interno que el niño esté viviendo en ese momento. En cuanto haya obtenido lo que necesitaba del cuento, éste pasará a un segundo plano. El que sea un cuento y no otro en un periodo determinado, depende del estadio de desarrollo psicológico en el que se encuentre el niño, de su situación actual y los problemas que le preocupen en este momento. El niño por sí mismo sentirá cuál es el cuento necesario para enfrentarse a la situación interna que esté viviendo y nos pedirá que se lo leamos una y otra vez para sacar el máximo provecho a lo que la historia le ofrece.
¿Cuáles son los criterios para saber si estamos ante un auténtico cuento de hadas?
- Suelen plantear de forma breve un problema existencial simplificando al máximo cualquier situación.
- Los personajes están muy bien definidos, son típicos sin dejar de ser únicos: la madrastra, la bruja, el héroe o heroína, etc. No suelen tener nombre para facilitar las proyecciones e identificaciones.
- Tanto el mal como el bien están representados y se encarnan en determinados personajes y sus acciones.
- Los malos, son muy malos pero no carecen de atractivos. Eso sí, siempre pierden y son castigados por sus fechorías.
- Los héroes son niños, sencillos, indefensos, torpes… que facilitan la identificación y después de luchar contra las dificultades: siempre, siempre ganan.
Los cuentos de hadas apelan al inconsciente de los niños hablándoles de los problemas que les preocupan en un lenguaje que pueden entender con facilidad: de forma simbólica. A través de ellos, el niño puede aprender valiosas lecciones (como que enfrentarse a las dificultades nos hace más fuertes), encontrar posibles soluciones a lo que le preocupa y sobre todo, vivir emociones y dar rienda suelta a sus sentimientos más inconfesables en un entorno seguro en el que su identidad no se vea amenazada.