La cigarra y la hormiga es una de las fábulas infantiles más famosas. Su autoría se atribuye a Esopo, y posteriormente fue recreada por Jean de La Fontaine y Félix María Samaniego.
Como todas las fábulas, también La cigarra y la hormiga encierra una importante moraleja, es decir una enseñanza útil o un valor moral. En este caso aprenderemos algo sobre el trabajo y la previsión, pero no nos adelantemos, vamos a leer juntos la fábula, luego podremos verla en versión animada, y al final hablaremos sobre su moraleja.
ÍNDICE DE CONTENIDOS
Cuento «La cigarra y la hormiga»
El feliz verano
Era verano, y la cigarra era un bicho de lo más feliz: disfrutaba del sol que brillaba alto en el cielo, de las flores que perfumaban el aire, del calorcito sobre su cara… la cigarra no hacía más que cantar todo el día, tan contenta estaba. Se pasaba el día sobre una roca o sobre una rama, cantando a los cuatro vientos, sin preocuparse de nada más que de disfrutar del sol que calentaba su cuerpo.
En cambio su vecina y amiga, la hormiga, trabajaba de sol a sol. La cigarra la veía pasar cientos de veces, cargando alimentos que recogía en el prado y llevándolos hasta su hogar. A la cigarra le parecía que su amiga no sabía disfrutar de la vida:
-¡Amiga mía! ¿No te cansas de tanto trabajar? Relájate un rato, ven conmigo a cantar y disfrutar del sol- le decía la cigarra a la hormiga.
-¡El verano terminará y con él también se acabarán los alimentos! En lugar de holgazanear todo el día sobre una rama tendrías que recoger provisiones para el invierno- le respondía la hormiga, sin dejar de transportar semillas y hojas.
La cigarra se reía de esta amiga tan seria, y seguía cantando sin hacerle caso. ¡Ya habría tiempo para pensar en el invierno!
Llega el invierno
Pero los días pasaron, y una mañana al despertarse, la cigarra sintió frío y vio a su alrededor que el invierno había llegado. Los árboles ya no tenían hojas, y la tierra estaba cubierta de nieve. La cigarra comenzó a vagar, muerta de hambre, tratando de encontrar algún alimento. Temblaba de frío, y no se veía ni una sola hojita verde, ni una sola semilla en todo el campo.
Cansada y hambrienta, vio la casa de su vecina la hormiga y se acercó para pedirle ayuda.
-Querida amiga hormiga, ¿me darías algo de comer? Tengo frío y hambre, y en el campo ya no queda nada de comida. Tú tienes mucha, te he visto recogerla durante todo el verano. Además tu casa es cálida y cómoda, y yo no tengo donde vivir.
La hormiga la miró con pena y le respondió:
-Y tú, amiga cigarra, mientras yo trabajaba de sol a sol, ¿qué hacías? ¿Qué hacías mientras yo cargaba semillas y preparaba mi casa?
-Yo… yo cantaba bajo el sol- le respondió la cigarra.
-¿Cantabas bajo el sol? Pues entonces, si en el verano cantabas, ahora durante el invierno te tocará bailar.
Y diciendo esto, cerró la puerta en la cara de la cigarra, que no tuvo más remedio que aprender la lección.
La cigarra y la hormiga, cuento animado
¿Te ha gustado la fábula de la hormiga y la cigarra? Pues no te pierdas entonces el cuento animado:
La moraleja de «La cigarra y la hormiga»
La moraleja de esta fábula es bastante evidente, ¿no os parece? Para poder disfrutar, primero hay que trabajar. Es decir que hay que ser previsores, pensar en el futuro y trabajar duro cuando es necesario, para poder luego estar tranquilos.
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