Un león dormía plácidamente bajo la sombra de un árbol cuando un pequeño ratón, sin darse cuenta, pasó corriendo sobre su cuerpo. El león se despertó de inmediato, atrapó al ratón con una de sus enormes patas y, furioso, rugió:
—¿Cómo te atreves a molestarme? ¡Te voy a devorar!
El ratón, temblando de miedo, suplicó:
—Por favor, señor león, no me haga daño. Si me perdona la vida, tal vez algún día yo pueda ayudarle.
El león soltó una carcajada al oír aquello, pero, divertido por la idea, decidió dejarlo libre.
Días después, el león cayó en una trampa colocada por unos cazadores. Enredado en una red y sin poder moverse, rugía con fuerza intentando liberarse. El ratón, que pasaba por allí, escuchó los rugidos y corrió a ayudar. Con sus pequeños dientes, comenzó a roer la cuerda hasta que consiguió romperla. El león quedó libre.
—¿Ves? —dijo el ratón— Te dije que un día podría ayudarte.
Moraleja de El león y el ratón
Hasta el más pequeño puede ser de gran ayuda. Nunca subestimes a los demás.
¿Quién escribió la fábula de “El león y el ratón”?
La fábula de El león y el ratón es una de las más conocidas de Esopo, un narrador griego del siglo VI a.C. Aunque se sabe poco con certeza sobre su vida, se cree que fue un esclavo que logró su libertad gracias a su inteligencia y capacidad para contar historias. Sus fábulas han sido transmitidas oralmente durante siglos y, con el tiempo, adaptadas por autores como Fedro, La Fontaine o Samaniego. Todas ellas comparten una característica común: una enseñanza moral al final que invita a reflexionar, muchas veces a través de animales que actúan como humanos.