El periodo de adaptación a la escuela infantil o guardería es complicado no solo para los niños sino también para los padres (especialmente para las madres por el vínculo emocional con los niños). El otro día os dábamos 5 consejos para la vuelta al cole, pero hoy queremos hablar de ese periodo de adaptación para madres y niños y cómo superarlo con éxito.
Durante el mes de septiembre es habitual encontrarnos con niños y muchas madres llorando desconsoladamente en las puertas de las escuelas. Incluso si observáis en el parque por las tardes, los niños están más cansados e inquietos. La adaptación se convierte en una situación la mar de complicada para las familias. Pero, ¿por qué se produce este sentimiento?, ¿se podría mitigar?…
Nacemos preparados para establecer un vínculo afectivo muy poderoso con nuestras figuras importantes. De hecho, dicen que los bebés son tan bonitos, huelen tan bien y nos generan tanta ternura como mecanismo adaptativo. Hace que la mamá (o personas que se encargan de su cuidado) se vinculen de forma automática ante el bebé que nace prácticamente indefenso. El apego sería algo así como un hilo imaginario que nos une y que con el tiempo cambia de color, de grosor, de forma… pero siempre permanece. Ese vínculo nos impulsa a estar juntos en el espacio y en el tiempo.
Con el crecimiento, nuestros hijos van progresando, van dando “pasitos” en su desarrollo y nosotros tenemos que ir acomodándonos a esos cambios. En la infancia hay un impulso por crecer, por ser cada vez más autónomos, por hacer cosas por sí mismos… y es esta fuerza la que tenemos que aprovechar para que las separaciones sean sanas y oportunas.
Los padres igualmente, sin percibirlo conscientemente, conectan con sus vivencias anteriores: tus vivencias como hijo, el modelo percibido de tu propia familia, si te costó desvincularte o si, por el contrario, tuviste que ser autónomo de repente. Ten en cuenta que tus propias experiencias tendrán sus consecuencias en la relación con tus hijos.
Luego, ¿existe una manera ideal de realizar las separaciones?, ¿qué podríamos tener en cuenta?, ¿hay algo que podamos hacer?… Aquí os dejamos algunas de nuestras recomendaciones para superar el duro trago de separarnos de nuestros pequeños:
Consejos de adaptación para todos
- Intenta decidir por ti mismo , sin que nadie tenga que decirte qué es lo más adecuado para tu bebé . Uno puede sentirse atraído por quedarse en casa y deseoso o presionado por mantener su trabajo. Es importante por ejemplo, ser honesta con una misma y poder ver la clase de mujer que una es, quiero dejar de trabajar un tiempo, prefiero reincorporarme a mi trabajo… o no tengo más remedio :-). Relacionarse con una misma eliminando la culpa lo hará todo más fácil.. Cuanto más segura te encuentres, más escuchada y entendida por las personas con las que se queda tu bebé, menos ansiedad inconsciente que repercutirá en el niño y más fácil será la adaptación. Para esto pregunta cualquier duda a las educadoras, no te preocupes en ser “pesada”. Ellas están acostumbradas y lo podrán entender.
- Ten en cuenta el momento cronológico del niño. Existen periodos más vulnerables que otros para iniciar la separación. Por ejemplo, alrededor de los ocho/nueve meses los niños reaccionan ante los extraños (ya que reconocen su entorno y aquellas situaciones y personas nuevas) por lo que si ha de iniciar la guarde mejor antes o después, ya que están especialmente sensibles a situaciones nuevas… al igual que si hay un cambio importante en la familia (si acaba de nacer un hermano, hay algún fallecimiento en la familia) quizás mejor esperar un tiempo. Pero claro, la realidad manda, si te ves en la situación de tener que llevarlo con esas edades, paciencia, cariño y espera a que el niño pueda vincularse con las personas que se encargan de su cuidado. Muchas plataformas piden que las madres o padres que así lo decidan puedan permanecer con los hijos hasta los dos años porque alrededor de esta edad se producen hitos del desarrollo muy importantes. Los niños adquieren la posibilidad de conocer que aunque mamá (o quien realiza sus funciones) no esté, no quiere decir que no exista. Es capaz de ir interiorizando la capacidad de autoapaciguarse “sé que volverá, que aunque no esté en este momento conmigo sigue existiendo, que volverá a por mí”.
- Cuida la manera en la que se hace la separación. Realiza progresivamente la adaptación, pasa tiempo con él/ella, habla con sus cuidadoras, … que identifique que son “amigas de mamá”. Y cuando llega el momento de irse: despídete, aunque llore (de hecho, los niños con un apego seguro llorarán al principio, aunque luego se les pase). Dile que vas a volver… Cuando mi hija me dice “no quero que te vayas”, yo le explico “yo también quiero estar contigo cariño, volveré después de que comas”. Muchas madres sienten la tentación de irse a hurtadillas cuando están distraídos. Ten en cuenta que es muy importante la despedida, con el tiempo, le da seguridad, es su rutina, lo irá interiorizando. Llorar en la despedida es “darle permiso” para expresar su tristeza y le permitirá ir poniendo en marcha pequeños recursos para calmarse, como jugar, vincularse con la educadora, aferrarse a sus juguetes de casa.
- Permítele llevar algún juguete de casa, su trapito, su chupete, el osito que usa para dormir… Los niños utilizan esos objetos como forma de recordar a sus figuras conocidas y les ayuda a calmarse.
- Preservad espacios para disfrutar con el bebé, al margen de los cuidados. Déjate llevar por el juego, por un cuento, por hacerle cosquillas, por lo que tu hijo te demande en algún momento del día. Será desestresante para ti y enriquecedor para la familia.
Las separaciones sanas y oportunas del entorno familiar hacen que nuestros hijos se enriquezcan y quieran a otras personas, se divierten con otros niños, crezcan en autonomía y desarrollo. Y para ti será una oportunidad para recordarte que sigues siendo mujer.
Imágenes: Leonid Mamchenkov,