Un día, el ratón de ciudad fue a visitar a su primo, el ratón de campo. Este vivía en una pequeña madriguera entre el trigo y le ofreció lo mejor que tenía: unas semillas, frutas secas y un poco de maíz.
—Esto está muy bueno —dijo el ratón de ciudad—, pero deberías venir a mi casa. ¡Allí comemos como reyes!
El ratón de campo, curioso, aceptó la invitación. Cuando llegaron a la ciudad, su primo le mostró una gran mesa llena de queso, pasteles, panecillos y dulces. El ratón de campo no salía de su asombro.
Pero justo cuando iban a probar un trozo de pastel, ¡BUM! Se oyó un portazo. Luego, pasos humanos. Después, un perro ladrando.
Los ratones salieron corriendo y se escondieron bajo un mueble, temblando.
Cuando todo se calmó, el ratón de campo dijo:
—Gracias por tu invitación, primo, pero prefiero mi vida sencilla y tranquila en el campo, sin tantos sustos ni carreras.
Moraleja de El ratón de campo y el ratón de ciudad
Más vale vivir con poco y en paz, que con lujos y en constante peligro.
¿Quién escribió la fábula “El ratón de campo y el ratón de ciudad”?
La historia de El ratón de campo y el ratón de ciudad también fue contada por Esopo, el fabulista griego del siglo VI a. C. Es una de sus fábulas más antiguas y populares, y ha sido adaptada por muchos autores, desde Fedro en Roma hasta La Fontaine en Francia. La historia nos recuerda que la seguridad y la tranquilidad valen más que los lujos que pueden poner en riesgo nuestra paz.