Para los que sois padres sabéis que los días de vacaciones con niños son momentos para disfrutar, reír, compartir y descansar algo más… Pero que las tareas continúan y que corres el riesgo de estar liada en quehaceres y preparaciones varias.
Un estudio reciente de la Universidad de la Sorbona detalló que las madres dedicaban a sí mismas un promedio de media hora diaria, ¿te lo puedes creer? Y encima se sienten culpables. Por lo tanto, nuestra reflexión de hoy va dirigida a vosotras y vosotros, que tenéis mil cosas en la cabeza, que os convertís en superpapás que son capaces de organizar la casa, limpiar manchas difíciles, contar cuentos, organizar deberes, calmar miedos, arreglar juguetes… Y mil cosas más. Para que te lleves unas ideas para sacar tu mente de vacaciones y venir renovada, con nuevas ideas y maneras de cuidar de ti misma. Para ti mamá, y para ti papá… Aquí van algunas ideas:
1) La importancia de estar conectado con uno mismo. ¿Y esto qué es? Pues fíjate, saber en cada momento cómo estás, lo que sientes, lo que te gusta, lo que no, lo que te molesta… Estar más consciente en el aquí y ahora. El peligro, sobre todo de las mamás, es que están proyectadas en exceso a través de los demás. Es decir, al final te acostumbras a “pensar en otros” antes que en ti misma. En cuidar de los demás. Por lo tanto, tu riesgo es el de “abandonarte” a tu suerte. Ejemplos varios se nos ocurren, desde que empiezas a comer sobras o lo primero que pillas, hace mil años que no te miras al espejo, estás todo el día pensando en los demás… Te suena, ¿no? Pues mira, te proponemos un empezar a verte a través de ejercicios sencillos. Todos los días cuando te duches, esos tres minutos, intenta estar consciente con todos tus sentidos en lo que estás haciendo, en el olor, el tacto, los sonidos. Deja de planificar tu día o pensar en todo lo que tienes que hacer. Sólo concéntrate en dónde estás. Cuando lo consigas, no es tarea fácil te advierto, podrás intentarlo mientras conduces, justo antes de levantarte de la cama, mientras cocinas… Cuando lo practicas y lo consigues te aportará serenidad y tranquilidad. Si quieres conocer algo más de cómo gestionar tus emociones puedes verlo aquí.
2) Fíjate en tu respiración. En cuanto puedas, estás sentada, fíjate en cómo respiras, adónde va el aire, si se queda en el pecho, en el estómago… Y si tienes alguna zona del cuerpo más tensa. ¿Para qué? El efecto de la respiración en el cuerpo es clave, hará que entre más o menos oxígeno y se expulse más o menos dióxido de carbono. La alteración de este equilibrio produce un cambio en el ph de la sangre, lo que puede producir mareos, sensación de hormigueo, tensiones, taquicardias… Por lo tanto, si consigues que tu respiración sea más tranquila, profunda y abdominal, tu cuerpo estará más relajado y tus pensamientos serán también acordes a ello.
3) Los demás te tratarán tal y como tú permitas que lo hagan. Por lo tanto, intenta reservarte algún espacio para ti, para hacer algo que te guste, un paseo de media hora, leer, escuchar música, hacer ejercicio… Busca la manera y disfrútalo. Te hará sentir que tienes un espacio propio. Cuando los hijos son más pequeños se complica, pero cuando van creciendo se hace fundamental. No podrás cuidar de los demás si no lo haces contigo mismo.
Así que coge impulso durante este verano para ir adquiriendo hábitos saludables que repercutirán positivamente en tu vida, para alcanzar cierta serenidad que todos necesitamos para vivir plenamente y, lo que es más importante, más felices.