Había una vez un lobo que tenía mucha hambre, pero ya nadie se fiaba de él. Cada vez que se acercaba al rebaño, los perros lo perseguían y los pastores lo ahuyentaban.
Un día, encontró la piel de una oveja que se había quedado enganchada en un arbusto. Se le ocurrió una idea: se la puso encima como si fuera un disfraz y caminó tranquilamente hacia el rebaño. Nadie sospechó nada.
Pasó todo el día entre las ovejas sin levantar sospechas. Incluso el pastor, al final del día, llevó al lobo disfrazado junto con las demás ovejas al redil.
Pero esa noche, el pastor, sin mirar bien, eligió justo al lobo para la cena, pensando que era una de sus ovejas más gorditas.
Y así, el lobo, que intentó engañar a todos, acabó siendo él mismo engañado.
Moraleja de El lobo con piel de oveja
Quien engaña a los demás, puede terminar siendo víctima de su propia trampa.
¿Quién escribió la fábula “El lobo con piel de oveja”?
El lobo con piel de oveja es otra de las fábulas más conocidas de Esopo, el narrador griego del siglo VI a. C. Sus historias solían ser breves y protagonizadas por animales con cualidades humanas, cada una con una enseñanza clara. Esta fábula es tan famosa que incluso dio lugar a una expresión que usamos hoy en día: “lobo con piel de cordero”, para hablar de alguien que aparenta ser bueno pero tiene malas intenciones. La enseñanza sigue siendo muy actual, sobre todo para hablar de la importancia de la sinceridad y la desconfianza ante las apariencias.