Cuento de La lechera (adaptación de la historia original de Félix M. Samaniego)

Había una vez una joven llamada Clara, que vivía en una pequeña granja con su familia. Cada mañana, muy temprano, ordeñaba las vacas y llenaba su cántaro con la leche más fresca.

Un día, su madre le pidió que llevara la leche al mercado para venderla. Clara, emocionada, se echó el cántaro al hombro y empezó a caminar.

Mientras caminaba, comenzó a soñar despierta:

—»Cuando venda la leche, compraré una docena de huevos. Los incubaré hasta que nazcan los pollitos. Cuando crezcan, los venderé y compraré un lechoncito. Lo alimentaré bien hasta que se haga grande y fuerte. Luego, lo venderé y con ese dinero podré comprar un lindo vestido nuevo para la fiesta del pueblo. ¡Todos me verán y dirán que soy la más hermosa!»

Tan emocionada estaba con sus pensamientos que no miró por dónde iba y tropezó con una piedra.

¡PUM! El cántaro cayó al suelo y toda la leche se derramó. Clara miró la leche perdida y sus sueños desvanecidos.

Regresó a casa con tristeza, pero su madre la abrazó con ternura y le dijo:

—»No te preocupes, hija. Es bueno soñar, pero recuerda que para lograr algo, primero hay que trabajar con cuidado y atención.»

Desde aquel día, Clara aprendió que soñar es maravilloso, pero también es importante dar pasos firmes y seguros para convertir los sueños en realidad.

🌟 Moraleja: No cuentes los pollitos antes de que nazcan. ¡Trabaja con paciencia y constancia para alcanzar tus metas!

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