El tema de la disciplina, los límites y la obediencia sin duda nos trae de cabeza a los padres. Muchos nos preguntan sobre cómo hacerlo, si antes no ocurría esto, que los niños no obedecen, que si en nuestros tiempos no era así…
Queríamos pararnos y hacer una reflexión cuidadosa sobre la disciplina. Se me ocurren mil preguntas, ¿realmente un niño puede “obedecer” a ciegas a los padres? ¿Es positivo para él? ¿Los límites son necesarios? ¿Cómo establecerlos de forma razonable? Cuestiones complicadas, pero absolutamente necesarias para la crianza. Aquí van nuestras ideas:
1) Los niños necesitan un entorno predecible, en el que se incluyan rutinas. Pues bien, la mayoría de comportamientos como rabietas o negativismo se pueden PREVENIR. Rosa Jové explica en su libro Crianza feliz, cómo si nos paramos un poco, nos damos cuenta que este tipo de situaciones tienen que ver con que estamos esperando algo de los niños que no corresponde con su edad. Cuando de repente recojo a mi hija y la llevo toda la tarde de compras al centro comercial, sin dejar que se pare en el parque, ¿pero cómo no va a protestar? ¿no estoy yo cansada? ¿cómo no va a estar ella? Todos tenemos obligaciones que hacer, pero a veces no somos conscientes de la cantidad de cosas que le pedimos a los niños sin estar preparados para ello.
2) Lo importante para el aprendizaje no son los castigos, sino las CONSECUENCIAS. ¿Y no es un poco lo mismo? Pues hay una gran diferencia. Ciertos comportamientos tienen consecuencias para todos. Por ejemplo, después de hacer deporte me siento mejor o tras una comida pesada paso una mala tarde. La vida, por si misma, une determinados comportamientos o otros; lo que produce que tienda a repetir o no, que aprenda. Pues bien, si hemos establecido ciertas rutinas, el hecho de experimentar de forma natural que “si no cumplo esto me quedo sin esto otro” “si hago esto obtengo esto otro de forma natural” es mucho más efectivo y tiene menos consecuencias emocionales negativas que los castigos. Al fin y al cabo, la vida es limitación. Es condición de la vida para todos, para los niños también. La mayoría de las normas claras y razonables sirven para proteger y mantener un entorno relajado, así que los niños se verán beneficiados y les ofrecerá seguridad. Os recomiendo un magnífico libro de Rebeca Wild, Libertad y límites. Amor y respeto; donde podréis aprender muchísimo de la importancia de este tema.
3) Utiliza un tono de voz adecuado para establecer límites. Mírale a la cara, díselo serio, pero no enfadado; firme, pero no gritando. Permítele su expresión emocional ante las consecuencias. Por ejemplo, si en la cena tu hijo tira el plato al suelo porque no quiere comer, su consecuencia puede ser que ese día no hay cuento antes de dormir, que tanto le gusta. En ese momento, puede necesitar llorar y patalear. Permítele hacerlo, está en su derecho y lo necesita. Poco a poco irá canalizando esas emociones y vosotros podéis ayudarlo poniendo nombre, entiendo que te enfade… Es inefectivo y poco respetuoso reprenderle en ese momento.
4) Muy importante, nuestro amor y respeto es incondicional. Y eso hay que dejarlo claro. No podemos jugar a que ya no te quiero si haces, si no lo haces como yo digo entonces no te quiero. El riesgo es que nuestros hijos crezcan con una baja autoestima, resentimiento y vergüenza.
A los hijos no hay que enseñarlos a cómo pensar y no tanto a qué pensar. En los años 60 Milgram en la universidad de Yale realizó un experimento sobre la obediencia a la autoridad. Sería largo de explicar pero los resultados fueron sorprendentes. La mayoría de las personas que participaron fueron capaces de infringir dolor a otras personas (era simulado a través de descargas eléctricas, aunque ellos no lo sabían) porque una persona que parecía muy importante se lo demandaba. Incluso la simulación en algunos casos les llevaba a la muerte. ¿Es lo que queremos para nuestros hijos? Lo que los niños necesitan de nosotros son expectativas realistas, límites claros que les otorguen seguridad y cierta libertad de movimientos para poder formarse como personas capaces de pensar y formar sus propias opiniones. ¡Os animamos a intentarlo!